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- Película: Alguien, en algún lugar
Alguien, en algún lugar (2019) es una película francesa dirigida por el cineasta francés Cédric Klapisch y protagonizada por los actores Ana Girardot y François Civil. Esta película fue parte de la muestra del Tour de Cine Francés en Latinoamérica en su edición del año 2022. La historia habla de cómo es importante trabajar en tus herida del pasado para poder tener una vida más plena y relaciones que te sumen y no que hagan daño. Es, aparentemente, una historia no de amor, si no acerca del camino para llegar a él, matizada con momentos de drama y comedia. Quizás la moraleja más profunda es que la relación más importante que tengas en tu vida siempre será tu relación contigo misma, porque de ella dependerán todas tus otras relaciones: tus parejas sentimentales, amistades, familiares, colegas de trabajo, hijos… Y es precisamente a través del cultivo de este amor por nuestras personas que sabemos qué es lo que queremos y en dónde nos hace falta sanar. Pasar tiempo de calidad con una misma nos ayuda no sólo a conocernos mejor si no a recargar pila para el día a día y para nuestras demás relaciones. Cómo reza el proverbio en inglés “you can’t pour from an empty cup”, o “no puedes servir de una taza vacía”. No puedes dar nada si no tienes nada que dar y la forma en cómo consigues algo para dar es trabajando en tu persona y pasando tiempo contigo misma. Este trabajo se ve distinto para cada quien: para algunas se trata de tener un hobbie, una actividad que nos recargue de energía y nos ayude a liberar el estrés, o cuidar la alimentación y apegarse a un régimen de ejercicio; para otras es enfocarse en sus carreras o abandonarlas por completo para dedicarse a los hijos y al hogar; para algunas más es ir a terapia e incluso tomar medicamentos; y hay para quien incluso se verá cómo una vida en solitario, sin relaciones sentimentales pero con muchas amistades y familiares cercanos. Al final el objetivo de todo esto es ser personas completas, realizadas y felices, primero con nosotras mismas y después con el resto de la gente porque, si buscamos que nuestra felicidad y validación dependan de alguien más, estamos destinadas a ser infelices por el resto de nuestras vidas. Claro, esto se dice más fácil de lo que se logra. No tiene nada de malo buscar el reconocimiento y aceptación de nuestras personas cercanas (y no tan cercanas), siempre y cuando nuestra autoestima no dependa únicamente de ello. Si le encuentras sentido a tu vida, si disfrutas de lo qué haces, si tienes planes y objetivos que te emocionan, entonces, ya estás más cerca de sentirte completa y de encontrar a otras personas que te sumen, que te aporten y que también sean personas enteras y no a medias. Y volviendo a la película, esta es otra de sus muchas moralejas, quizás a ti te hable de otras cosas y descubras otras más. Dale una oportunidad y que la disfrutes :)
- Sólo porque decidí ser madre no significa que mi trabajo es más importante que el tuyo
Soy mamá de una niña pequeña. Sobra decir que es un trabajo muy demandante (si, ser madre cuenta como trabajo). Ella depende de mi para todo, su bienestar e integridad física y emocional son mi responsabilidad. Criar seres humanos, educarlos, mantenerlos vivos, es una labor sin descanso las 24 horas del día, los 7 días de la semana, y que durará por lo menos 18 años (claro, conforme crecen se va haciendo más sencillo pero sus demandas y necesidades a veces se vuelven más complejas). Cuando no hacemos bien nuestro trabajo las consecuencias impactan a toda nuestra comunidad (pensemos en todas las personas que padecen las heridas de la infancia de un solo individuo). Esto no significa que mi trabajo sea más importante que el de las mujeres que deciden no tener hijos. Hace un tiempo platicaba con una amiga por medio de mensajes (ella no tiene hijos) y a menudo se disculpaba por “interrumpirme” diciéndome que “sabe que seguro estoy muy ocupada”. Ok, si, pero ella también, ella tiene un trabajo de tiempo completo y una casa que limpiar, labores domésticas qué atender, cuentas por pagar, compras, mascotas, cuidados personales, familiares, amistades, hobbies, régimen de ejercicio… también está muy ocupada. A veces me da la impresión que a las mujeres que decidieron no tener hijos o no casarse se les considera como “personas con mucho tiempo libre” o que no tienen responsabilidades tan serias o una vida tan demandante como las que si decidimos ser madres y formar una familia. Y yo a veces pienso que la que tiene mucho tiempo libre soy yo, ya que no tengo un trabajo de tiempo completo y a menudo me tomo días de descanso para recargar pilas o ir a fiestas infantiles. Todas somos miembros valiosos y activos de nuestra comunidad. Las mujeres que trabajan tiempo completo generan un ingreso y, a su vez, participan activamente en una cadena de intercambio del cual dependen los ingresos de muchas personas, incluidos niños y adultos mayores. Una mujer profesionista también genera un valor intangible a la sociedad, rompiendo esquemas, cambiando reglas, convirtiéndose en la normalidad para generaciones que, hasta hace poco, crecieron viendo a sus madres ser amas de casa y nada más. Cada proyecto, cada hobbie que emprendemos genera igualmente valor a las vidas de otras personas. Entonces no, las mujeres que deciden no ser madres y que aparentemente tienen en su horario más tiempo libre para sus proyectos personales no están menos ocupadas en tareas importantes que las que si decidimos tener hijos. No estoy para nada en contra de las amas de casa y madres, estos son papeles importantísimos que generan un valor enorme a las vidas de sus familias y, por ende, a sus comunidades y generaciones futuras. Con lo que estoy en desacuerdo es que se juzgue a las mujeres con las misma medida, con el “ideal de la madre perfecta, la buena esposa, la dulce ama de casa” (por cierto, yo también soy ama de casa pero trato de ser práctica y eficiente; rara vez me verán guisando y cocinando elaborados platillos un fin de semana porque lo disfruto o me relaje, nada me estresa más que una cocina sucia). Ser madre es un papel muy importante pero también el de las profesionistas. Cada papel que desempeñamos es vital para nuestra sociedad, para nuestro mundo, y no, ninguno es más importante que otro. Aunque la maternidad puede ser muy demandante no lo es más que una carrera en medicina, la administración de un exitoso negocio o un puesto directivo en la docencia. Cada una de estas actividades tocan vidas, las enriquecen, y llevan consigo una gran carga de trabajo y cada una de ellas tienen la capacidad de hacernos sentir realizadas y felices pero eso depende de cada quien, lo que hace feliz a unas mujeres no hace feliz a otras y está bien. El que no todas quieran seguir el mismo camino está bien pero el que nos apoyemos las unas a las otras incluso cuando nuestras vidas sean tan diferentes es aún mejor y es el camino para sociedades y comunidades más felices y evolucionadas.
- Si mis abuelas hubieran nacido en el siglo XXI
Durante los últimos meses he estado construyendo mi árbol genealógico e investigando an mis antepasados. He hecho este increíble viaje y he descubierto a personas de las que vengo y que no sabía que existían. He estado prestando mucha atención a mis antepasadas, tratando de imaginar cuáles eran sus vidas, prestando atención a detalles como la edad que tenían cuando se casaron, tuvieron hijos, fallecieron... Muy a menudo he encontrado información sobre sus homólogos masculinos que describen sus trabajos y rangos sociales, pero rara vez he encontrado estos datos para las mujeres. Ahora me doy cuenta de que mi conocimiento sobre lo que hicieron mis antepasadas, y cómo vivieron, termina con mis bisabuelas. Más allá de ellas, realmente no puedo decir si mis antepasadas tenían alguna inclinación, incluso a nivel amateur, tal vez escribiendo o pintando, aparte de sus vidas domésticas. Pero recuerdo vívidamente an mis abuelas y no puedo evitar pensar en ellas, en esta información que falta en sus perfiles. De repente me encontré preguntándome por sus vidas, ¿eran felices? ¿Se sentían satisfechas? ¿Tenían la libertad de elegir las vidas que querían vivir o simplemente se ajustaron a la mentalidad y las costumbres de la época y se fueron con la corriente? Tuve mucha suerte de conocerlas y aprender de ellas durante muchos años, no solo en mi infancia, sino hasta bien entrado mi edad adulta. Conocí sus temperamentos y hablé con ellas de adulto a adulto, me contaron sus increíbles historias y detalles de su juventud. Para mí esto es un tesoro. Curiosamente ambas comparten algunas características: las dos nacieron en la segunda década del siglo XX, ambas se casaron casi de 30 años, fueron a la universidad y trabajaron después de graduarse. Tal vez estos dos últimos hechos son los que más me sorprenden, que decidieron estudiar una carrera en un momento en el que nada de esto se esperaba de una mujer. No tenían muchos modelos femeninos independientes a seguir, la vida ideal era la vida familiar, la esposa y la madre perfectas, la cocinera increíble, la hermosa casa y todas las tareas.l que conlleva. Y ellas hicieron todo esto pero sé que no estaban muy contentas ni satisfechas, tal vez en la parte de la familia lo estaban, pero dejaron su desarrollo personal y profesional a un lado, poniendo las necesidades de los demás antes que las suyas. Esas eran la costumbres de la época pero esto no significa que todos se sintieran felices con sus roles, quizás, especialmente, las mujeres. Si mis dos abuelas hubieran nacido hace solo 20 años, sin duda, habrían tenido opciones que no tenían en su momento y habrían elegido otro camino. Estoy segura de que una de ellas ni siquiera se habría casado, tal vez se habría convertido en escritora y habría viajado por todo el mundo. La otra no habría dejado de lado su carrera artística para criar a sus hijos, habría continuado de una manera profesional y no solo como un pasatiempo. Tuve suerte de haber nacido en mi tiempo, de tener la oportunidad de elegir, nadie me impuso una mentalidad de auto-sacrificio (es cierto que ellas podrían haber refutado esta forma de pensar, pero a veces ir en contra de la corriente y los parámetros de la época puede ser muy difícil). Pienso mucho en mis abuelas y bisabuelas, y en todas las mujeres de mi familia que me preceden. Pienso en sus vidas, en sus sacrificios silenciosos y en cómo, gracias a ellas, puedo vivir mi vida de la manera que quiero, con opciones y poder y una mente propia. Si no hubieran vivido antes que yo, yo no estaría aquí hoy. Este es un homenaje a todas sus vidas, una nota de agradecimiento por permitirme llegar hasta aquí y permitirme vivir como quiero. Porque ellas tuvieron pocas opciones, ahora yo elijo todo y siempre que puedo. Es en su honor que tengo la intención de llegar lejos, como si su impulso y fuerza me fueran dados a través del tiempo, mirándome desde lejos, apoyándome, y espero hacerlas sentir orgullosas.
- Recomendación de lectura: La Biblioteca de la Media Noche
A veces siento que los fantasmas de mis otras vidas potenciales flotan a mi lado. Cuando visito un lugar en el que nunca he estado pero en realidad siento como un déjà vu, creo que es porque otra yo, una que tomó otras decisiones y tomó la vida en una dirección diferente, es el que ha visitado ese lugar antes, tal vez incluso vive allí ahora, y esta sensación, este conocimiento, me es transmitido desde la distancia. No creo en la reencarnación o que de alguna manera podamos acceder al conocimiento aprendido en estas vidas pasadas, pero lo que realmente creo es que, pase lo que pase, los "qué hubiera pasado si" siempre están rebotando en el fondo de nuestras mentes y nos permiten preguntarnos “¿cómo sería mi vida hoy si hubiera elegido, o no, este o aquel camino?” Tal vez estemos felizmente asentadas en nuestras vidas actuales, tal vez trabajamos muy duro para llegar a donde estamos hoy, pero incluso así no podemos evitar preguntarn qué sería de nosotras si no hubiéramos logrado todo lo que conseguimos, ¿dónde estaríamos? ¿Seríamos felices? ¿O no? ¿Seguiríamos vivas? Todo lo anterior es difícil de responder, pero, en algunos casos, al menos en mi caso, a veces estas preguntas aún rondan en mi cabeza. Había estado reflexionando sobre los "qué hubiera pasado si" de mi vida cuando, por casualidad, comencé a leer un libro que refleja estos conceptos de una manera muy ligera, tranquila pero profunda: La Biblioteca de la Medianoche de Matt Haig. Sigo varias cuentas de clubs de lectura y recomendaciones de libros en las redes sociales y este libro había estado de moda durante algún tiempo. Cuando veo que un libro está haciendo mucho ruido, llamando mucho la atención, lo compro y lo pongo en la pila de libros de mi mesita de noche para leerlo en el futuro. No me gusta leer las reseñas por miedo a los spoilers, me gusta que los libros sean una sorpresa. Y este libro realmente me sorprendió. Me dio las respuestas exactas que había estado buscando. A veces la vida es así de curiosa, te arroja algunas pistas cuando las necesitas en forma de libros, películas, canciones, series de televisión o conversaciones. Este es un libro muy fácil de leer. Es una novela escrita con vocabulario y términos sencillos y la extensión es perfecta, se lee muy rápido. Es divertido y entretenido. Al principio solo lo vi como una distracción pero, a medida que profundicé en ello y, después de que terminé y pasaron los días y todavía estaba reflexionando sobre el, me di cuenta de que el mensaje era poderoso. Todo esto no significa que no sea feliz con mi vida actual, es solo que, a veces, no puedo evitar preguntarme qué hubiera pasado si mis otras vidas potenciales, las buenas y las malas, se hubieran hecho realidad. Entonces, si estás buscando una lectura ligera y divertida con algo de moraleja en la historia, te recomiendo ampliamente La Biblioteca de la Medianoche ;)
- Mi médico me aconsejó que no estudiara una maestría, no le hice caso
2017 fue un año difícil, tuve algunos problemas de salud, todos mis planes y muchas cosas que daba por hecho se desvanecieron ante mis ojos. Entre estos objetivos estaba estudiar una maestría. Cuando mi médico me dijo que no me lo acobsejaba por la cantidad de estrés y ansiedad que me podía causar el estudio, me sentí muy desmotivada y me sumergí aún más en la depresión que arrastraba como consecuencia de mi salud. Siempre he e he sentido un poco ansiosa, si no obsesiva, por mi desarrollo profesional. Desde la preparatoria tenía diseñado un plan para mi yo del futuro: graduarme con el mejor promedio, estudiar una carrera, empezar a trabajar, probar varios empleados para ver en dónde me acomodaba mejor, descubrir mi vocación en la vida, practicar nuevos hobbies, dominar un tercer idioma para cuando cumpla 28 años, y, en medio de todo esto, tomar cursos sobre arte, historia y literatura, ahorrar, viajar, experimentar. Por supuesto estaba abierta a la idea de que algunos de estas metas y plazos cambiarían a medida que avanzaba, pero esperaba que mis planes se vieran más o menos así. Sin embargo, las cosas no salieron como las planeaba, recibí un golpe que me sacudió y me hizo caer. Todo parecía un sueño, estaba aturdida y no sabía en qué dirección moverme, lo que solía sentirse familiar y seguro ahora se había ido. Me sentía deprimida e insegura. Llevaba tiempo queriendo hacer una maestría en arte pero por una cosa u otra no lo había hecho. Entonces pensé que era el momento adecuado ya que me haría bien distraer mi mente de lo que estaba pasando. En una de mis consultas médicas le sugerí esto a mi doctor a lo que respondió muy negativamente, me dijo que era una mala idea y me dijo que el estrés y la ansiedad que podría causarme el estudio me afectarían. Ante esta respuesta me sentí muy triste y desmotivada. Me deprimí aún más. Y así me quedé durante un par de semanas hasta que algo hizo clic dentro de mí y me hizo darme cuenta de que mi médico estaba muy equivocado. No me conocía, no sabía lo que necesitaba mi mente y lo que era mejor para mí. Y este es el problema, muchos médicos tratan sólo a la enfermedad que afecta al cuerpo, al menos el mío así lo hizo, sin reconocer la gran diferencia que la salud mental puede hacer en una recuperación. Entonces, decidí no hacerle caso y hacer lo que me parecía mejor para mi cuerpo y mi mente. Me inscribí en mi maestría sabiendo que quizás no podría dar el 100% como me hubiera gustado, qué tal vez tendría que faltar a algunas clases debido a citas médicas y tratamientos. Hice un trato conmigo misma sobre no obsesionarme con el estudio y tratar de disfrutarlo. Y al final resultó que yo sabía lo que era mejor para mí. Después de un año de haber empezado mis estudios me había recuperado, mi mente estaba feliz y estimulada, también estaba lograbdo mis objetivos y ya no me sentía perdida, había recuperado el curso de mi vida. Ah, y me cambie de doctor, busqué un nuevo medico que me viera como una persona integrada de cuerpo y mente y que me apoyara por completo en mis decisiones con respecto a mi bienestar personal. Con esto no estoy aconsejando que no escuchen a sus médicos cuando dan una instrucción con la que no estamos de acuerdo, lo que estoy tratando de decir es que debemos confiar más en nosotras mismas. ¿Por qué escuchamos a los demás cuando nos dicen lo que es mejor para nosotros en términos de bienestar y desarrollo personal? Si hubiera escuchado a mi médico de antes me habría quedado en mi casa obsesionada con mi salud y las cosas que habia tenido que dejar de hacer, y me encontraría, tal vez, incluso más deprimida que antes. La decisión correcta para mí fue hacer lo que mi intuición/corazón me decían y encontrar un médico con el que me sintiera más cómoda; pero ese fue mi caso particular. Debemos aprender a escucharnos a nosotras mismas, lo que necesitan nuestras mentes y cuerpos. En mi caso mi mente tiene un mayor peso sobre mi cuerpo, si mi mente está bien entonces todo es más fácil. Lo sé porque me conozco a mi misma. Me he propuesto como meta llegar a conocerme mejor a través de los años y aprender qué funciona y qué no para mí. Me tomó mucho tiempo pero ahora puedo decir que tengo una gran relación conmigo misma y sé cómo cuidarme (tener con quien hablar, como un terapeuta, ayuda mucho en este camino de autodescubrimiento). Esto se ve diferente para todos, algunas personas necesitan hacer mucho trabajo profundo y silencioso; algunas personas necesitan probar cosas nuevas que las pongan en acción;! otras necesitan planificar cuidadosamente sus días/vidas y tambien hay quienes tienen que aprender a no ser tan obsesivos y dejarse llevar, que, por cierto, es una valiosa lección que aprendí de mi experiencia: ahora no planifico tanto, aprendí a dejar espacio para las sorpresas. Todavía tengo un boceto de adónde quiero ir y lo que quiero lograr, pero hay mucho espacio para cambios y vueltas. También me di cuenta de que la relación más importante que puedes tener es contigo misma, porque tu vida depende de ello. No puedes estar bien con el mundo si no estás bien contigo misma, nadie puede cuidarte, solo tú sabes lo que es mejor para ti. Una gran herramienta para conocernos mejor son nuestros instintos, lo que nos dicen nuestras corazonadas; si algo se siente extraño o no del todo bien, eso significa que no es para nosotros y debemos dejarlo ir (esto no significa que a veces no nos equivoquemos en nuestras decisiones, pero no hay que tener miedo a equivocarnos, siempe podemos corregir el rumbo); así es como aprendemos lo que es bueno o no para nosotras, intentando distintas cosas y viendo cómo nos sentimos con eso. Así que si tienes una idea de algo que te gustaría lograr empieza poco a poco y analiza cómo te sientes, esto te mostrará el camino. Se trata de una especie de ensayo de prueba y error pero, cuanto más intentemos, tendremos más información de lo que nos hace sentir bien y una idea más clara de quiénes somos y a dónde queremos llegar.
- Para muchas mujeres el día que nacen sus hijos no es el día más feliz de sus vidas
A veces hay ideas erróneas en torno a la maternidad. No se puede generalizar, no todas las mujeres tienen la misma experiencia, cada maternidad es un mundo. A veces pareciera que hay una gran presión sobre vivir la maternidad como algo 100% positivo, so pena de ser tildada de “mal agradecida” o “mala madre”. Muchas mujeres sueñan con ser madres desde niñas, tienen elegidos los nombres y el número de hijos que les gustaría tener; llegada esta feliz etapa escogen cuidadosamente los primeros atuendos de sus bebés y esperan con ansias los “baby showers” que les organizan sus familiares y amistades, decoran con todo cuidado el cuarto del bebé, reciben gustosas a todas las visitas, el tiempo se detiene en el momento en que les ponen a sus bebé en sus brazos por primera vez. En cambio, existen otras mujeres que nunca jugaron a ser madres, en donde el tener un bebé no es algo seguro en sus vidas; a veces es toda una sorpresa que no se esperaban y que reciben escépticas, confundidas, temerosas y felices, todo al mismo tiempo. Para muchas mujeres la maternidad es una idea que les lleva tiempo procesar, incluso después de haber tenido a sus bebés, en donde los días se vuelven una tarea de cuidado instintiva pero desconectadas de sí mismas. Hay madres que no sienten esa conexión instantánea con sus pequeños; los quieren, si, los cuidan, los protegen, hacen un excelente trabajo, pero esa conexión se va dando poco a poco, a través del tiempo, de los meses que pasan cuidando y conociendo a su bebé y a ellas mismas en este lado de sus personas que no conocían. También hay que aprender a conocernos y amarnos en esta nueva faceta de nuestras vidas. Para algunas el día en que nacen sus hijos es una experiencia traumática, dolorosa, en donde a veces su vida corre peligro y no se respetan sus deseos a la hora de parir (el parto es un procedimiento sumamente invasivo para la madre). Incluso cuando todo va bien el nacimiento de un hijo es un evento difícil de asimilar. Aún cuando se trata de un parto rápido, sin complicaciones y una recuperación igualmente sencilla; cuando se cuenta con un médico que respete tu plan de parto y tienes una pareja o familiar que te apoya en todo momento y está ahí para cuidar de ti. Incluso entonces, en una situación óptima, se nos olvida que existe un plano emocional en donde las cosas no siempre son tan sencillas; en donde reina la confusión y el shock de lo que le está sucediendo al cuerpo, de eso que a veces, resulta difícil de comprender por más “natural” que lo califiquen. No, el que las mujeres tengamos la capacidad de parir no significa que lo tengamos completamente asimilado. A veces esos meses de gestación no alcanzan para entender todo lo que conlleva ser madre. Entonces no, para muchas mujeres el día que nacen sus bebés no es el día más feliz de sus vidas, es un día importante, claro, pero también confuso mezclado con alegría y muchas otras cosas. Dejemos de minimizar este hecho tan mecánico del sexo femenino como “feliz” y aprendamos a concebirlo con toda la complejidad que conlleva. Que sea la madre (o futura madre) la que decida cómo quiere calificar su experiencia y que no se sienta presionada por esta convención generalizada que dicta que el día que tienes un hijo “debe de ser el día más feliz de tu vida” (junto con el día de tu boda, claro, porque a las mujeres se nos enseña, presiona, a encontrar la felicidad siempre en función de otras personas y no en función de nosotras mismas). El día que nacen nuestros hijos definitivamente es un día muy muy importante en nuestras vidas, porque tu vida cambia, nunca vuelve a ser la misma y tú tampoco vuelves a ser la misma, y a veces esto es bueno. La maternidad es más que cuidar, proteger, sacrificarse y amar; la maternidad es crecer, mejorar, madurar, esforzarse y luchar; es felicidad, es miedo, alegría, confusión, duelo (porque a veces también hay que llorar esa vida que tuvimos y esas que fuimos). Y sentir todo esto no nos hace malas madres, no significa que nos arrepintamos de serlo o que no queramos a nuestros hijos, significa que somos seres humanos, seres complejos capaces de sentir más de una cosa a la vez, a veces completamente opuestas, y que siempre estamos evolucionando y cambiando. Significa que estamos por buen camino para una maternidad más honesta y libre de tabúes y convenciones sociales que no hacen más que generar infelicidad porque nunca nadie es “la madre perfecta”. Entonces, dejemos de compararnos y de creernos el cuento de que “el día que nacen tus hijos es el día más feliz de tu vida” (para muchas si lo es pero para otras no), aceptemos que cada madre es distinta y optemos por una maternidad más franca y verdadera, y más feliz, porque aceptar las cosas como son nos aligera el corazón.
- I love cdmx: Hipódromo Condesa
Cuando viajo a otra ciudad me gusta pasear y explorar sus calles y barrios. Me gusta imaginarme viviendo allí y cómo sería mi vida, qué tipo de amigos tendría, qué haría para ganarme la vida si mis decisiones me hubieran llevado a vivir allí. Me gusta escapar, pensar mi vida en diferentes escenarios. La última vez que lo hice estaba en la Ciudad de México. Viajé allí para asistir a un concierto de mi banda favorita, Muse. Fue un regalo de cumpleaños anticipado de mí para mí, voy a cumplir 40 este año. Fue la experiencia de toda una vida. Una prima que vive en la Ciudad de México me acompañó al concierto, pero también tuve algo de tiempo para estar sola. He sido muy bendecido de haber viajado un poco y visitado algunas de las ciudades más grandes del mundo. Su belleza me ha dejado sin aliento y me he enamorado de muchos de ellas, pero no importa a dónde vaya siempre tengo el mismo pensamiento: “Wow, esta ciudad es increíble, pero nunca como la Ciudad de México”. Mi corazón pertenece a la Ciudad de México, por siempre. Me encanta esta ciudad, es la más grande, la más colorida, la más ruidosa, la más deliciosa y la más genial que jamás haya existido. Está realmente viva, puedes sentirla latir bajo tus pies mientras te pierdes en sus muchas calles serpenteantes y barrios. Siempre que viajo allí, y trato de hacerlo al menos una vez al año, visito o revisito diferentes lugares. He venido aquí desde mi infancia, pero siempre encuentro algo nuevo que hacer: un nuevo museo, un nuevo barrio, un nuevo restaurante, nuevos sabores, nuevos lugares... la ciudad está en constante cambio, en constante evolución, y lo que solían barrios bulliciosos abandonados tiempo después (como el Roma-Hipódromo-Condesa) han sido vueltos a redescubrir y se han puesto otra vez de moda, llenos de historia y arquitectura fascinante de épocas pasadas con un toque contemporáneo. Hablemos de estos 2 últimos barrios colindantes llamados simplemente el Hipódromo-Condesa. La última vez que visité la Ciudad de México me quedé aquí. Es una parte hipster y animada de la ciudad convenientemente ubicada cerca del aeropuerto y del Foro Sol, el lugar donde se llevó a cabo el concierto. Me he alojado en este encantador vecindario un par de veces antes, pero nunca sola. El paisaje adquiere una tonalidad diferente cuando se admira a solas. No tenía un plan establecido, solo una reserva para comer en un lugar genial llamado Lardo por la aún más genial chef Elena Reygadas. Pero aparte de eso, mi tiempo no estaba programado, así que podía improvisar sobre la marcha. Mi vuelo aterrizó temprano en la mañana, así que llegué a tiempo para tomar un desayuno ligero y explorar un poco. Empecé a caminar por sus calles, llegué al Parque México donde la gente hacía ejercicio en el Foro Lindbergh (un teatro al aire libre en estilo Art Decó). Compré un tamal de azúcar y un atole de vainilla en un puesto de comida en la calle y me lo llevé para comerlo en el parque mientras otras personas se ejercitaban. Fue cruel, lo sé, pero hay un placer culposo en comer carbohidratos mientras observas a otros quemarlos. Cuando reanudé mi exploración, encontré varios edificios de arquitectura Art Decó como el “Edificio Basurto”, un guiño a mis días de estudiante compartidos con la siempre amable y sorprendente Luce Buona. Incluso compré algo de arte hecho a mano de algunos vendedores en la calle: un “alebrije” de madera y algunos juguetes mexicanos hechos a mano. También tuve tiempo para una parada rápida en la librería Rosario Castellanos que antes era un cine. Después fui a refrescarme en mi hotel antes de comer en Lardo para posteriormente llegar a tiempo a la parada del transporte que nos llevaría a mí y a mi prima al concierto. Estuvo excelente, por cierto, alrededor de 60,000 personas coreando a mi banda favorita en el Foro Sol, toda una experiencia. A la mañana siguiente tomé un desayuno rápido en mi hotel, di una última caminata corta alrededor de la manzana y tomé mi Uber al aeropuerto para llegar a tiempo a mi vuelo (el aeropuerto está a solo 15 minutos de esta colonia, siempre y cuando no haya mucho tráfico). Podría hacer muchas recolendaciones basándome en mis experiencias anteriores en Hipódromo-Condesa, pero creo que mi mejor consejo es perderse en él: explora, deambula por sus calles, prueba algunos cafés o lugares para comer, no tengas ningún plan, solo déjate llevar. Puedes simplemente sentarte en un café o en un parque y leer, escribir o dibujar. No traigas tus audífonos, solo escucha la música de la ciudad, todos sus sonidos. Te darás cuenta de que la ciudad está viva. Dejaré algunos tips rápidos pero, insisto: la mejor manera de disfrutar de esta ciudad es a tu ritmo. Barrio para explorar y perderse: Hipódromo Condesa Churros tradicionales y chocolate: Churrería El Moro Avenida Michoacán #27, Hipódromo Comida y cena: Lardo Agustín Melgar #6, Colonia Condesa Librería con historia: Librería Rosario Castellanos Avenida Tamaulipas 202, Hipódromo Parques amigables: Parque México, Hipódromo Parque España, Colonia Condesa Arte deco: Edificio Basurto, Avenida México #187, Hipódromo Plaza Popocatépetl, Hipódromo Foro Lindbergh, Parque México, Hipódromo
- Sobre disfrutar actividades en solitario
Siempre me ha gustado hacer actividades sola, no tengo problema en viajar sola o ir a algún lugar sola, lo disfruto mucho. Pero ese no fue siempre el casi, antes me sentía mal conmigo misma por disfrutar tanto de pasar tiempo a solas, pensaba que había algo mal conmigo, pensaba "¿porqué me gusta tanto estar sola?" Después de trabajar en mí misma e investigar descubrí que soy introvertida y me encantó aún más ser como soy. Entonces empecé a organizarme actividades en solitario. Al principio estaba algo tienda y nerviosa pero mientras más lo hacía más lo disfrutaba y me relajaba. una actividad que siempre había querido hacer pero nunca me había atrevido era ir al cine sola. Escogí una película que quería ver, me armé de valor y me fui al cine. Ya tenía más de 24 años cuando me atreví a hacerlo, incluso ya había viajado sin compañía. No se porqué la idea de ir al cine en solitario me ponía tan nerviosa, aún cuando estaba acostumbrada a ver series y películas sin compañía en mi casa, el cine era diferente. Una vez que lo hice no supe porqué me había tomado tanto tiempo, ¡me encantó! Quizás la idea de ser etiquetada como "sola y triste" en público le pongo nerviosa. Quizás deba mencionar que debido a mi trabajo en ese entonces tenía horario flexible y terminé yendo a una proyección de la película a las 3 de la tarde en un martes cuando el cine estaba casi vacío. Proyectaron la película sólo para mí, no habi nadie más en la sala. Fue una experiencia en solitario al 100% :) Pronto empecé a darme más y más escapadas en solitario: más funciones de cine, desayunos, tardes en un café leyendo, visitas a museos, conciertos, más viajes... ya no estaba preocupada o tensa, y empecé a poner las atención a mi relación conmigo misma y a conocerme mejor. Convertí estas citas para una en rituales de auto cuidado y amor propio. Pero a veces la vida se complica y se me olvida agendar estas citas a solas. Entonces me pongo un recordatorio en el teléfono que me recuerda bajar el ritmo y ponerme atención aunque sea una vez al mes, porque aunque paso mucho tiempo a diario a solas (trabajo desde casa) no es lo mismo que hacerlo intencionadamente. Pasar tiempo conmigo misma a través de estas pequeñas escapadas me ha ayudado a conocerme y quererme mejor y a cumplir todas esas pequeñas metas y sueños de ir a tal lugar o concierto o evento. ¡Entonces no más excusas! Dejémos de pensar en lo que pueda suceder o en lo que otras personas van a pensar de nosotros. Reserva ese viaje, compra tu boleto para ese concierto al que quieres ir, haz una reservación para una persona para ir a comer o cenar, sal en una cita contigo misma. No se necesita tener a alguien a lado para disfrutar un atardecer o tomarte una copa de vino, puedes compartirla contigo misma.
- Recibo un salario por mi trabajo en la casa
Siempre me ha gustado hacer mi propio dinero. Empecé a trabajar cuando estaba en la escuela secundaria, cuidando niños y como instructora de campamento. Mientras estaba en la universidad tuve un par de trabajos administrativos y luego me convertí en profesor de arte. Cuando llegó la pandemia, estaba embarazada y tuve que rechazar una oferta de trabajo como profesora de prepa ya que era un momento muy confuso y no había cuidado de niños ni guarderías disponibles. Eso no significaba que no estaba trabajando, estaba trabajando más que nunca: horas extra, el turno de noche, fines de semana, días festivos e incluso días de enfermedad. Estaba agotada y no estaba ganando nada de dinero. Estudios recientes muestran que tener un bebé recién nacido equivale a un trabajo de tiempo completo... sin pago ni beneficios tangibles como promociones, contactos o prestaciones. Y eso es solo para un bebé, ¿y si tienes más de un hijo? ¿No deberían las mamás que se quedan en casa, independientemente de la edad de sus hijos, recibir un pago para poder invertirlo o ahorrar o gastarlo en lo que ellas quieran? Es más que justo pero al final todo depende del tipo de acuerdo económico que tengas con tu pareja sobre quién paga qué y quién hace qué tareas. Pero tengamos en cuenta que a veces las mamás tienen que dejar de trabajar, así lo quieran o no, por el bien de sus familias. Durante la pandemia muchas mujeres renunciaron a sus trabajos para convertirse en amas de casa debido a la falta de apoyo del que normalmente dependían para el cuidado de los niños y algo de tiempo libre. Algunas mujeres no podían permitirse esto y tuvieron que hacer malabares y hacer el mayor esfuerzo para seguir cobrando un cheque del que dependía el bienestar de su familia y administrar la educación de sus hijos en línea. Pero para las madres que renunciaron a sus trabajos para poder estar en casa con sus hijos, siendo la recompensa el bienestar de sus familias, a veces esto no es suficiente, porque perdieron sus trabajos, su desarrollo profesional, oportunidades de crecimiento, un lugar que les hacía sentirse bien y demás. Perdieron una parte de lo que son, algo por lo que trabajaron mucho, e incluso muchas de ellas pasaron por depresión o crisis de identidad. Entonces, ¿no debería otorgarse a las mujeres que hicieron esto algún tipo de compensación monetaria por sus aportaciones a la familia? ¿Y quién va a pagar por ello? Como decía, todo depende del arreglo económico que tengas con tu pareja pero, si estás haciendo la mayor parte del trabajo de la casa y el cuidado de la familia, ¿no deberías estar ganando algo de dinero? Después de todo, le estás ahorrando a la familia varios costos y gastos. Esto no es por orgullo feminista sino porque es más que justo. Yo misma investigué un poco sobre este asunto: creé obsesivamente una hoja de cálculo que mostraba todos mis gastos, los gastos de la casa y cuánto dinero estaba ahorrando a la familia, teniendo en cuenta que mi hija es mi responsabilidad (compartida con mi esposo) y no me pueden pagar por cada cosa que hago por ella. Entonces, lo resumí así: yo fui quien voluntariamente renuncié a mi trabajo para poder estar en casa con mi hija, y, hasta el día de hoy, voluntariamente no trabajo un trabajo de tiempo completo para estar disponible para ella (tengo un trabajo que me requiere únicamente algunas horas a la semana además de las labores del hogar y del cuidado de mi hija). Mi esposo y yo estuvimos de acuerdo en esto. Aún así, después de todas las horas de trabajo en casa debería ganar algo de dinero, al menos un salario de medio tiempo (afortunadamente para mí, mi hija y ya va a la guardería, así que puedo usar esas horas para hacer algo de trabajo independiente y ganar dinero). Supongo que cada situación es diferente, pero realmente deberías pensarlo y hablar con tu pareja. Algún tipo de retribución es más que justa. Desde que empecé a cobrar un pequeño sueldo por las labores domésticas y de cuidado de los hijos me doy cuenta de que me resulta más fácil. Ahora, hacer el monótono ritual semanal de limpiar y lavar no parece una pérdida de tiempo, pongo algo música y me pongo a trabajar mientras pienso “ey, al menos estoy ganando algo de dinero”. Dinero que puedo ahorrar e invertir o gastar como yo decida. Ser ama de casa puede ser algo bueno si sabemos organizarnos y utilizar nuestro tiempo libre para nuestro crecimiento personal, ya sea trabajando en algo más, estudiando, haciendo nuestros hobbies e intereses o dedicarnos a empenreder nuestro propio negocio. Es posible que estos arreglos nunca sean perfectos (siendo honestas trabajando en el hogar no hay aumentos de sueldo ni asensos ni bonos de Navidad o networking) pero eso no significa que no puedas sentirte feliz y satisfecho con ello, después de todo, todos tenemos responsabilidades en la vida que tienen que hacerse, nos gusten o no. Entonces, ve a hacer un trato sobre tu trabajo en el hogar, es una forma de lograr más igualdad en las labores domésticas y del cuidado de los hijos, y de llevar una vida más plena y satisfactoria, y te lo has ganado.
- Lugares familiares
Hace poco regresé a un lugar que tiene mucho significado para mi pero no me había dado cuenta. Hace algunos años estaba pasando por un periodo difícil en mi vida y decidí emprender algo que hacía mucho había querido: regresar a estudiar y hacer una maestría. Entonces no tenía n idea que ese posgrado me cambiaría para siempre en todos los sentidos. Fue todo un desafío, me costó trabajo, tuve que llevarme al límite y readaptarme en muchos aspecto. Desarrollé habilidades que no tenía y descubrí otras que no sabía que tenía, practiqué mucho con mi tolerancia a la frustración, me acercó a las personas, me ayudó a entenderlas y a desarrollar más mi paciencia con los demás; también aprendí a tener más paciencia conmigo misma y a confrontarme y hacerme preguntas que me incomodaban para salir de mi zona de confort. Es increíble pensar que una actividad aparentemente tan sencilla como el volver a estudiar pueda ayudarte a crecer tanto a nivel personal. Al final logré cruzar al otro lado y emerger completamente cambiada. También cabe señalar que hice unas magníficas amistades las cuales, estoy segura, me acompañarán durante toda mi vida. A lo largo de nuestra vida conoceremos a mucha gente y, de entre todos, habrá quien se quedará y nos ayudará a cambiar, magníficos ejemplos a seguir, figuras a admirar, personas cercanas que, si se los permitimos, entrarán en nuestras vidas y ya nunca se irán. Estas personas nos regalan lo mejor de ellos y nos dan lecciones para toda la vida. En fin… los años han pasado, todos cambiamos, seguimos con nuestras vidas, nos mudamos a otras ciudades, cambiamos de trabajo, encontramos el amor, nos convertimos en madres, enterramos seres queridos… todo cambió y ya nada volverá a ser como antes. Al volver ahí me sorprendió la cantidad de emociones y sentimientos que me sofocaron al pisar ese lugar tan familiar: melancolía por esos buenos momentos que pasamos, esas mañanas de debate y trabajo arduo, esas tardes somnolientas y llenas de urgencia por que llegara la hora de salida, las risas, los chistes, las lágrimas y las palabras de aliento… éramos tan felices y no lo sabíamos o quizás si lo sabíamos pero no queríamos aceptar que terminaría. Siento mucha melancolía por ese tiempo, tristeza porque terminó, deseo de regresar en el tiempo y volver a vivirlo todo, orgullo por mi persona, por mis logros, por todo lo que he crecido, y orgullo también por las amistades que hice ahí, por ver lo lejos que han llegado. Pienso que esta experiencia nos ayudó a todas a encontrarnos a nosotras mismas. Todo esto ya lo sabía pero no estaba tan consciente de ello y el volver a pisar ese lugar me lo recordó. A veces nos iremos de un lugar para ya nunca regresar pero las lecciones aprendidas, los recuerdos y los buenos momentos, esos nos los quedamos para siempre. Si es posible, a veces es bueno regresar a esos lugares para acordarnos de todo lo aprendido. Hoy me quedo con un poco de melancolía pero también con un agradecimiento infinito por todo lo que me sucedió ahí, por mi evolución, definitivamente no sería quien soy ni estaría en donde estoy hoy si no hubiera caminado por esos pasillos y si nunca hubiera conocido a mis maestros, a mis compañeros de clase y a la amistades que ahí forjé. Continúo mi vida siempre viendo hacia futuro pero sin olvidar que siempre es bueno recordar.
- Entusiasta de los tableros de visualización
¿Tablerito, tablerito, cuál es el destino más bonito? Mi mamá solía hacer un tablero de visión (o visualización) todos los años. Aprendió sus ventajas en uno de sus cursos de desarrollo personal, y como Directora de Ventas, sugería a sus Consultoras de Ventas que se tomaran el tiempo de hacerlos también. Incluso antes de saber lo que era un tablero de visión, me pasaba horas hojeando revistas viejas y recortando las partes que realmente me gustaban para hacer collages. Los hacía como pasatiempo, y luego los utilizaba como envoltura de latas (para usarlas como alcancías, o como portalápices), e incluso para envolver regalos. En diferentes momentos de la historia de L-vi.com los collages llegaron incluso a la cabecera, los menús, las tarjetas de visita, las cubiertas y la publicidad de este blog. Yo, que soy muy visual, me convertí en una gran fan en cuanto oí hablar de los tableros de visión, y me quedé enganchada. No sólo hice mis tableros año tras año, sino que también noté cómo muchas partes de ellos se materializaban. En mis años más complicados y difíciles "estaba demasiado ocupada" -pensaba- y me alejé de ellos. ¡Pero el año pasado volví! ¡Yeiii! Y estoy muy contenta de haberlo hecho, ya que puedo decir con alegría que la mitad de mi tablero ya se materializó! ... O bueno ya concentré mis esfuerzos y logré materializar esas metas. Pero, ¿por qué funcionan? Según los fundamentos de la manifestación, la visualización creativa es el primer paso. Piensa en lo que quieres, imagina que lo tienes, y luego viene la parte "difícil"... obsesionarte con lo que quieres sin limitarte con el "cómo" ocurrirá, y luego dejarlo ir... ¡¿Cómo así?! Esta es la belleza de los tableros de visión, tú eliges las imágenes que te recuerdan lo que quieres, es decir, no tienen que tener sentido para otras personas. Y una vez que las pegas bien, cuelgas tu tablero en una pared que veas a diario. Puede que lo veas de fondo mientras revisas el correo electrónico, mientras trabajas, mientras disfrutas de una taza de té o café. Permanece ahí en silencio, pero muy presente en tu subconsciente, para que tu consciente reconozca las oportunidades cuando se presenten y trabajes para aprovecharlas. Ejercicio de gratitud incluído El primer paso para alcanzar tus objetivos es saber lo que quieres, ¿verdad? Piensa en los tableros de visión como un recordatorio de los objetivos (o intenciones) que te has marcado. La última vez que visité México vi mi el último tablero de visión que hice antes de partir, y me hizo muy feliz. Podía recordar muy claramente mis deseos y esperanzas para el futuro cercano en el momento en que lo armé. Estaba trabajando muy duro en mí misma para superar la ansiedad, el estrés y la depresión, a la vez que estaba muy motivada por mis estudios de Maestría. Mirar esos recortes de revistas y catálogos me recordaba mis días como intérprete, mi rutina de entonces. Pero sobre todo me recordaba estar agradecida por lo que había plasmado allí, por lo que tanto me había esforzado, y por lo que había conseguido, como mi tesis, mis estudios básicos de alemán, mi título de Maestría, el relanzamiento del blog, etc. En mi opinión, los efectos positivos de los tableros de visualización empiezan desde el momento de su planeación y diseño, y duran hasta tiempo después cuando recapitulamos el proceso y disfrutamos los logros. ¿Qué opinas de los tableros de visión? ¿Los utilizas?
- Señales de Esperanza
¿Alguna vez has pedido una señal? Toma este post como una. Sino la pediste, aquí algunos motivos para si reconocerlas. ¿Cómo podemos ser pesimistas en un mundo del que sabemos tan poco? - Wayne Dyer No estoy segura de cuándo empecé a tomarles fotos, pero estoy bastante segura de que no fue realmente en ese momento cuando me fijé en esas señañes por primera vez. Aún así, fotografiar estos pequeños regalos es mi torpe forma de reconocerlos, apreciarlos y amplificarlos. Empecé con objetos en forma de corazón, desde gotas de agua en el cristal de la ducha hasta charcos, chicles pisados en la acera, piedras y muchos más. Lo bonito de encontrarse con estas cosas es el momento. Suelen ocurrir cuando me siento impotente, cuando me pregunto si he tomado la decisión correcta, cuando me preocupa el futuro y cuando echo de menos a mi familia. Justo cuando estoy más receptivo o necesito esperanza y tranquilidad. Por tonto o aleatorio que parezca, me lo tomo como un recordatorio. Como diría Esther Hicks "la ayuda está en camino", ¿verdad? Una vez, mi mmá me hizo un cumplido sincero pero inesperado: "Admiro tu fe, es valiente por tu parte elegir creer", no hablaba de Dios, ni de religión, hablaba de amor. Y esto es algo que va de la mano con la esperanza, la elección de creer, el amor incluido. Cada vez que veo algo al azar con forma de corazón, o últimamente también con forma de sonrisa, me tomo unos segundos para apreciarlo. Para agradecer a la vida -al Universo, a Dios, al Tao, o como quieras llamarlo- todo lo bueno e increíble que ha llegado a mi vida. Al final todo es cuestión de perspectiva, a veces nos enredamos en el día a día, en la "carrera de ratas" (como la llamaba Robert Kiyosaki ), en los problemas laborales y en las complicaciones interpersonales. Por desgracia, este tipo de cosas pueden enredarnos tanto que perdemos el sentido de lo que es verdaderamente importante. Como explicaba Wayne Dyer, entonces nuestro cuerpo intentará encontrar la manera de hacernos saber que estamos eligiendo el camino equivocado, y si no le hacemos caso muy probablemente será hasta que un episodio traumático o una enfermedad que nos cambie la vida nos devuelva a nuestros sentidos y a nuestro espíritu. Así que si mi subconciente decide poner en mi campo de visión cualquier señal que me devuelva al camino de la gratitud, intento no darla por sentada. La vida está llena de belleza, si decides verla. Y como cualquier hábito, cuanto más lo practiques, mejor lo harás. ¿Por qué no darle una oportunidad? Mis rachas de felicidad están directamente relacionadas con mi capacidad para centrarme en lo que yo llamo "lo bueno de cada día". ¿Se preguntarán ejemplos? Alguien que te llama para cancelar un plan que no te entusiasmaba, tu pareja que te sorprende con tu capricho favorito, encontrar dinero en ropa que hace tiempo que no te pones, tener mantas calentitas en invierno, ¡y muchas cosas más! Cuéntanos, ¿qué te ayuda a recordar la belleza de la vida?